Testimonios de los socios SOCECOL sobre el legado del Prof. Humberto Maturana
Testimonio de Fabián Jaksic
A Humberto Maturana Romecin (1928), algunos le decían “Chicho” o “Matute”, algo que no le gustaba. Lo conocí a fines de 1971, cuando me entrevistó para evaluar mi admisión especial a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, como alumno proveniente de la Escuela de Veterinaria. No se fijó en mis malísimas notas y nuestra entrevista fue una conversación sobre cultura general y mis intereses especiales en Evolución biológica. Buena impresión debo haber causado porque fui aceptado y Humberto se auto designó como mi tutor. Según él, yo le recordaba a Macbeth, por mi conflictuada existencia de aquel entonces.
Con Humberto tomé el curso de Biología Celular en 1972. Yo había tomado el curso homónimo en Veterinaria, pero lo que enseñaba Maturana era muy distinto a las clases librescas que yo había tenido. No teníamos texto guía y para cada clase teníamos que leer una serie de 2 o 3 artículos, todos en inglés. Nos introdujo a su teoría de la Autopoiesis, que yo por disposición filosófica un tanto existencialista la encontré fascinante. Y nos dio a leer capítulos de su obra “De máquinas y seres vivos: una teoría sobre la organización biológica”, que salió publicada en 1972. Al año siguiente tomé su curso Electivo “Biología del Conocimiento” y comencé a hablar en la jerga “maturanesca” que ha sido impronta de muchos egresados de la Facultad de Ciencias. Hice un ensayo de fin de curso, desde el punto de vista del Solipsismo, como una aproximación autopoiética al funcionamiento de la mente, que Humberto calificó con un siete. En 1974 me repetí el plato de su curso y vi cómo el pensamiento de Maturana se expandía a otras disciplinas más allá de la Biología y la Filosofía de la Ciencia.
Mi entrenamiento en Autopoiesis me permitió tener una visión novedosa en Ecología Conductual y del funcionamiento de las Comunidades Biológicas y de los Ecosistemas más adelante. Sin embargo, mi intención nunca fue convertirme en un “matutín” (así les decían entonces a los seguidores de Maturana) sino en un ecólogo, por lo que dejé la Universidad de Chile y a Humberto en tanto salí rumbo a la PUC en 1976 a realizar mi tesis de Licenciatura. Siendo yo un personaje llevado de mis ideas, Humberto me tuvo que “salvar” varias veces. Por ejemplo, tuvo que interceder ante un profesor que no voy a nombrar, quien después de ponerme un siete en mi examen final de su curso “Historia y Filosofía de la Ciencia”, me puso un uno, porque no podía creer que un estudiante que nunca fue a sus clases pudiera sacarse esa nota simplemente leyendo el cuaderno de un estudiante que había tomado el mismo curso (dictado al pie de la letra) el año anterior. Resultado, transamos en un cuatro, gracias a Humberto.
Ido primero a la PUC y luego a la Universidad de California en 1979, perdí contacto con Humberto. Más adelante me entretuve leyendo su segundo libro (1984) “El árbol del conocimiento: Las bases biológicas del entendimiento humano ” y presencié su charla magistral cuando recibió el Premio Nacional de Ciencias en 1994. Con emoción noté que después de tantos años de habernos conocido, se refirió a mí como uno de sus discípulos, para novedad de algunos y horror de otros. En reciprocidad, yo me enorgullezco de llamarlo mi primer mentor.
SEMBLANZA de Humberto Maturana, los que lo conocimos en la Facultad de Ciencias circa 1971
Por Juan Armesto
Mi primer recuerdo de Humberto Maturana fue en 1971, cuando me tocó ser su alumno en el curso de Biología Celular de la Facultad de Ciencias (UCH), donde ya nos introducía como novatos o mechones a la teoría de la Autopoiesis, que en clases tratamos de entender con ojos de huevo frito sin comprenderla. Como en el curso teníamos que leer muchos artículos originales en inglés sobre diversas materias de biología, algunos le consultamos inocentemente por textos en español (e.g., De Robertis). Estuvo claro que no se podría unir estos mundos sin antes entender qué eran los seres vivos.
En unos años más, todavía en pregrado, con otros dos alumnos de Licenciatura en Biología fuimos atraídos al laboratorio de Maturana para una unidad de investigación, con el propósito de repetir y avanzar el experimento de Miller (sobre el origen de la vida a partir de una sopa primordial de jugos orgánicos, en este caso nuestra creación), por supuesto el resultado experimental fue menos que lo conceptual, pero sirvió para aprobar la unidad de investigación. Con mis compañeros, seguimos conectados al laboratorio de Maturana, a pesar de que los intereses de mis compañeros eran en ecología y no coincidían con el área de trabajo de Maturana. Pero él fue generoso, nos abrió las puertas para avanzar con nuestras ideas dispersas que en esa época cruzaban las comunidades de plantas y de animales, con experimentos que iban desde el estudio de la sensibilidad de las plantas a la conducta animal. Nos dio tiempo para pensar, en un espacio propio, sin estrés, algo que hoy es difícil para los estudiantes.
A este laboratorio fue donde llegó Fabián Jaksic y nuestro compañero José Yáñez, el laboratorio 7 que había estado vacío por mucho tiempo (cuando llegamos tuvimos que amoblarlo con las sobras de otros laboratorios). Ese fue el espacio que Maturana nos ofreció para que compartiéramos, aún con ideas vagas de qué queríamos hacer como científicos. La llegada de Fabián y Pepe nos permitió centrarnos por unos años en temas más concretos, no sobrepuestos, y que llegarían a ser nuestras tesis de Licenciatura. Humberto Maturana pasaba frecuentemente por el lab a conversar y saber en qué estábamos y se alegró de que nuestras inquietudes se estuvieran canalizando en la biología ambiental. Como cuenta Fabián, fue este el período más cercano con el “maestro” o Matute. Por supuesto todos tomamos su curso de Biología del Conocimiento. Seguimos nuestros trabajos divergentes en nuestras tesis (José Yáñez, Fabián Jaksic, Julio Gutiérrez y yo) teníamos tutores fuera de la Facultad (excepto Pepe cuyo tutor único fue HRM), pero en nuestras tesis de Licenciatura aparece formalmente como profesor patrocinante el nombre de Humberto Maturana R., quien nos apoyó siempre para llevar a buen fin trabajos tan diversos como la ecología del espinal de Chile central, la vegetación contrastante de las quebradas de la zona de clima mediterráneo de Chile, la autoecología de Octodon degus el ratón cola de pincel en San Carlos de Apoquindo y la dieta de los zorros chilla y culpeo, dos de los principales carnívoros de Chile central. Me impresionó su versatilidad para entender diferentes fenómenos desde el marco de la biología y le agradezco por sus enseñanzas.
Gracias Humberto Maturana
Por Francisco Bozinovic
Falleció el Dr. Humberto “Chicho” Maturana …. Estoy seguro de que todos los obituarios se van referir- y con justicia – a sus premios y homenajes (todos merecidos!!), a su enorme talento como científico, a su steorías de la Biología del Conocimiento y a su controvertida aunque fascinante Teoría de la Evolución por Deriva Natural, a la autopoiesis que muchos mencionan y pocos entienden, un “Revolucionario de la Reflexión”, al quizás – junto a Francisco Varela – el científico más importante que ha tenido el país.
Maturana fue más que eso, Maturana fue un patriota en tiempos de la dictadura, un hombre generoso, y bueno – aunque a veces duro, un hombre que le enseñó a muchas generaciones de biólogos entre los que me incluyo – a pensar, a ser críticos. Maturana nos enseñó a reflexionar sobre el quehacer y el desarrollo científico, a que las cosas no son verdaderas o falsas, sino que somos nosotros quienes las categorizamos así. Y que mi bienestar no pasa por negar al otro
Maturana nos mostró desde su sabiduría que somos una unidad coherente con la naturaleza. ¡Ojalá no se nos olvide!!! – Gracias Chicho Maturana
HUMBERTO MATURANA ROMECÍN, COLEGA INSPIRADOR Y AMIGO
Mary T. Kalin Arroyo
Santiago
12.05.2021
Humberto Maturana fue un querido colega y amigo mío en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Yo tuve la costumbre a pasar por el pasillo fuera de una de las míticas barajas (que todavía existen) donde estaba la gente de Bioquímica para saludar las personas desde sus ventanas en la mañana. Fue una forma de conocer los colegas, su investigación y el quehacer y filosofía de la Facultad. Ya que no tuvimos nada en la sala de clases que nos pasaron para hacer un laboratorio, a través de estas conversaciones matinales logré obtener algunas cosas para “el laboratorio” como por ejemplo una lámpara vieja que me pasó Tito Ureta – quien me insistió que la devolviera al lograr reemplazarla. Pasando por los pasillos de otra de las barajas, que posteriormente se quemó, llegue a conocer Humberto y otras académicos. Frecuentemente con Humberto almorzamos juntos en el casino de la Facultad de Artes para hablar de temas diversos. Al contarle sobre mis estudios de los sistemas de reproducción y lo difícil de polinizar las plantas con estigmas diminutos, reflejando su amabilidad y generosidad, me regaló su microscopio de bolsillo que me permitió ver las características de los estigmas con bastante precisión. No lo quise tomar, pues palpé que fue algo especial para él. Pero me insistió. Todavía me acompaña en terreno.
El microscopio de bolsillo de Humberto Maturana
Humberto fue una persona firme y convencido de sus ideas y conceptos. Tuvo la habilidad de hilar la conversación en una forma tranquila y convincente. Pero siempre estaba dispuesto a escuchar al otro. Uno de los temas de discusión a menudo con Humberto fue su concepto de Deriva Natural y sus diferencias con Darwin sobre la Survival of the Fittest y el papel de la competencia en la evolución de los seres vivos. Tengo que confesar que me costó al principio entender el concepto y seguir sus dibujos estrambóticos en la pizarra, pero con el correr del tiempo, llegue a pensar que Humberto tenía cierta razón con respecto a la competencia por lo menos. Cuando las semillas de una especie de plantas en la alta cordillera dispersa más arriba del límite de la vegetación, al germinar, no competan con ninguna otra planta. Sin embargo, seguramente todos los genotipos que se dispersan no sobreviven, de modo que se podría hablar de “survival of the fittest” o mejor dicho “survival of the fit”. Posiblemente, lo mismo con las bacterias en el suelo. Probablemente no hay mucha competencia, pero si, los nuevos genotipos deben tener ciertas características para sobrevivir. Uno de los días que más recuerdo es cuando convencí a Humberto a acompañarme a la Cordillera arriba de La Parva. Humberto se fascinó por todo lo que percibió. Quería saber los nombres de todas las plantas y observaba cada una y sus flores con mucha atención. En un momento, a las 2900 m.s.n.m. tuvo que descansar sobre una yareta por falta de oxigeno. Sentados en las yaretas seguimos discutiendo sobre la evolución de los seres vivos, la polinización y la coevolución. Creo que también hablemos de la facilitación de otras especies de plantas por las yaretas ese día – otro tema que científicos chilenos han desarrollado con mucho éxito. En fin, un día memorable.
Abajo comparto mi última comunicación (y la única desde que se fue de la Facultad) con Humberto y su respuesta (que solamente encontré ayer entre los miles de correos inútiles que llegan diariamente). En su respuesta, Humberto afirma que “es bueno que seamos los seres vivos entes históricos”. Todos somos entes históricos en el sentido filogenético y por ello muy diferentes. Sin duda, Humberto también seguirá siendo un ente histórico en el sentido común de la palabra historia.
02.05.2021
Estimado Humberto
Leí el artículo en La Tercera donde hablas de la extinción y hice algunos comentarios en el blog.
1). Estoy de acuerdo con Humberto que la colaboración es más fuerte que la competencia. En estos momentos estamos todos en el mismo barco y debemos remar juntos. Y cuando un marinero esté enfermo corresponde ayudar para mantener el barco andando. Y sobre la extinción, hay distintas expresiones, empezando con la extinción social.
2). En general es difícil erradicar una especie, pues esto implica reducir su abundancia casi a cero, cosa que requiere un catástrofe muy grande como una cometa mal dirigida. Si podemos extinguir nuestra forma de hacer el cual tiene consecuencias grandes en la convivencia.
¿Cómo están ustedes? Nosotros acá estamos guardados en nuestra parcela en La Reina. Menos mal que no la vendimos pues tenemos espacio. Mi hijo Manuelito, su señora turca y las dos niñas viven en Londres donde la situación está bastante mala. Igual salen al parque para tomar aire.
Te envío el link a uno de muchos videos sobre la entrada de animales a la ciudades. Como se dice en ingles » When the cat’s away, the mice come out to play». Por fin es su turno.
04.05.2021
Querida Mary, gracias por acordarte de mi. Siempre me acuerdo de ti, y aunque no lo sepas me acuerdo de nuestras conversaciones y de como tu pregunta por la polinización me orientó a reflexionar sobre por la intimidad coevolutiva … y mucho más en nuestras conversaciones.
Es bueno que seamos los seres vivos entes históricos, y que los seres humanos seamos personas conscientes de nuestra individualidad, lo que nos hace totalmente diferentes de los robots.
Disculpame por la demora en contestarte.
Humberto